Hero
Me
encuentro con Hero en la sala de entrenamiento, para mi sorpresa esta semidesnudo
lo que me hace tropezar varias veces. Lleva tan solo unos pantalones de
gimnasia que se pegan a su… (Objetiva, debo ser objetiva) dos cuchillos curvos
cuelgan de la cinturilla de su pantalón que vuelve a desviar mi mirada para su…
desde la distancia parece que golpea una bolsa de boxeo, noto que en el piso
hay un pequeño charco de liquido rojo. Vuelvo a mirar y noto que en realidad lo
que golpea es una ¿res? Una como las que comúnmente hay en las carnicerías y me
estremezco. Me detengo admirando el lugar y sus precisos movimientos desde una
distancia prudente. Entrena un poco más sin decir absolutamente nada y comienza a
ponerme nerviosa. Se seca las manos contra el pantalón y camina hasta un banco,
toma una toalla y recién así se acerca.
—Hola
Hero, soy Cross, estoy haciendo una…
—Si
lo sé— me corta. —me comunicaron que vendrías.
—Bien—respondo
aun atontada y me repito una y otra vez que debo concentrarme. Mirarlo a los
ojos es un claro detonador de mi tartamudeo, así que decido no hacerlo, gracias a Dios había llevado las preguntas
anotadas. Nos sentamos en dos bancos uno enfrentado al otro y me concentro en
mi libreta para no distraerme. Nota mental: es muy bello, no dudo que sea un
arma letal.
******
Autora:
me gustaría empezar con unas preguntas de rutina, son básicas.
Hero:
Antes que nada quiero aclararte algo, escritora, mi nombres es Hero, y se
pronuncia como si la H
fuera una J, suena como Jero—levantó los ojos y lo miro ante su tono duro. —ni ero, ni nada parecido ¿de acuerdo? —asiento con rapidez—Ahora dilo.
A:
Hero—dije haciéndolo sonar mal y lo sé,
sonó algo como jiero. ¡Mierda!
Hero:
No jiero, Hero ¿Puede ser tan difícil? —Pregunta
tomando un cuchillo y mis ojos se agrandan aunque intento mantenerme calmada—Otra vez— Repite
exigente. ¡Ay no! Ahora si va a hundir ese cuchillo curvo en mi.
A:
Hero. —Esta vez creo que salio bien,
aunque cuando me mira se que no. ¡Crap!
Hero:
Creo que será imposible, pero apunta lo de mi nombre. —dijo señalando mi cuaderno con la daga.
A:
de acuerdo. De acuerdo. Dejo apuntado eso.
H:
¿Qué quieres saber? —me pregunta tan
reacio que pienso en el mejor modo de escapar, miro la puerta deseosa de salir
corriendo y trago ruidosamente.
A:
bueno me gustaría saber—digo con un tono
dubitativo. Nicolás me había advertido sobre él pero nunca me había avisado que
era un completo patán. — ¿Qué edad
tienes?
Hero:
muchos mas que tú. —Gruñó— Siguiente pregunta.
A:
Esta bien, ¿naciste como vampiro?
H:
No, nací como humano. Y no hablaré de eso…
A:
¿Dónde naciste?
H:
Muy lejos de aquí. En Inglaterra.
A:
¡Ah! Que bien, tu y Salome son Europeos. ¿Qué paso con tu familia?
H:
Murieron, mis padres cuando era niño y mis hermanos, ellos…—me estudió. —Cuando cambié—su voz se volvió amarga. —los
cuide un tiempo hasta que se volvieron mayores.
A:
¿tuviste que ver con la muerte de tus padres?
H: No.
Murieron por la peste, mis hermanos murieron de viejos como debían morir. ¿Acaso
no te dije que no hablaría de eso?
A:
¿Te arrepientes de ser un Asesino? —pregunto y sus ojos me fulminaron.
H: No.
No me arrepiento de eso.
A:
¿Y de que te arrepientes? — le consulto intrigada.
H: De
haber aceptado esta estúpida entrevista. —gruñó , y hago una mueca de dolor, esto
no esta saliendo como había previsto.
A: ¡Mira!
—digo enfrentándolo ya cansada de sus palabras cortantes. — puedes rechazar la
entrevista y terminamos aquí.
H:
¿Y qué Nicolás me corte las pelotas? —responde soltando una carcajada amarga. Realmente
debe valorar esa parte de su cuerpo.
A:
Estoy segura que Nicolás no haría eso, además, él no es tu centinela por lo
que tengo entendido.
H:
No, no lo es. Pero eso no quiere decir nada. Nicolás es más que un centinela. Aun
no descifro que es, pero hay algo raro en él, su energía es como la de una
bomba nuclear.
A:
¿puedes ver la energía o solo sentirla? —Pregunto.
H:
Ambas, puedo hacer muchas cosas. —dijo guiñándome el ojo de forma siniestra.
A: ¿Cómo
por ejemplo?
H:
Como quitarte toda tu energía vital para que solo quieras dormir. —sisea.
A:
¿De verdad?
H:
¿Quieres intentarlo? —pregunta y lo estudio.
A:
¡NO! Claro que no. Mejor porque no me dices ¿Cuál es la única regla que nunca
quebrantarías?
H: No permito que nadie me diga que debo hacer. —Responde sonriendo.
A: ¿Por qué estas solo? —suelto sin siquiera pensarlo. Sabía que era una mala
pregunta en cuanto me miro con los ojos encendidos.
H: ¿Perdona?
A: Sin hermanos. —Aclaro.
H: Es una decisión personal.
A: ¿Alguna vez los tuviste?
H: Si, una vez. —Murmuró.
A: ¿Qué ocurrió? —pregunté acercándome un poco.
H: Murieron.
A: ¿No pudiste completarlo, no se acoplaron con tu
mente?
H: ¿Por qué crees que fui yo el del problema? —gruñe apretando los labios.
A: ¡No! No es lo que piensas. —Me defiendo.
H: ¡Me conoces por cinco minutos y das por sentado
que soy el problema! —me grita.
A: ¡No quise decir eso! —Me quejo.
H: ¡No! Mis… hermanos. —Sus ojos se clavaron en el
suelo y decidí que era momento de cambiar de tema.
A: ¿Hero? ¿Qué ocurrió con la que te transformó?
H: La maté. —gruñe. —Después de llegar a América,
entré en la S.A. tiempo después averigüé quien era… la busqué. La encontré, y
la asesiné.
A: ¿La S.A. sabia de eso? ¿Lo permitió?
H: Si lo que intentas preguntarme es ¿si la maté con
consentimiento de la S.A.? Si, lo hice.
A: Vengaste tu muerte.
H: Vengué la vida de muchos. No imaginas cuantos
humanos mató. —Me aclara.
A:
Lo lamento. Hablemos de otra cosa ¿Cuál es tu canción favorita?
H:
No tengo una en particular, me gusta AC/DC. —Eso parece relajarlo un poco.
A:
¡Genial! — ¿Cuál seria tu lema en
la vida?
H:
Mata a cuantos hijos de **** puedas e intenta que no te maten. —dijo, y era un buen lema.
A.:
¿Qué piensas de los vampiros? ¿De tu raza?
H:
Me da igual. ¿Siguiente pregunta? —Dijo mirándome
de pies a cabeza. — Comienzo a
aburrirme escritora.
A:
¿Te gusta la sangre humana?
H:
Mucho, quieres dejarme probar la tuya—murmura
y quise entregarle mi cuello allí mismo, pero me contuve.
A:
Creo que hoy paso, ¿Cómo es tu alimentación?
H:
Humanos dadores o enlatada.
A:
¿Enlatada? —Pregunto.
H:
Si, bancos de sangre.
A:
¡Oh genial! ¿Por qué te reclutaron?
H:
No, te equivocas, no me reclutaron. Me ofrecí. ¿Has terminado?
A:
¿Cuál es el peor de los sentimientos en tu opinión?
H:
La idiotez. —Gruñe apuntándome.
A:
¡Eso no es un sentimiento! —me quejo.
H:
Eres tan terca como alguien que conozco. —Ladra.
A:
¡Ahora eres tú el que me esta juzgando!
H:
¡Créeme! —dice poniéndose de pie. — ¡Si conocieras a Sal, sabrías que eres tan
terca como ella!
A:
¡Conozco a Sal! —Le suelto defendiéndola. —Y ella es completamente racional.
H:
¿Estas segura? Ella es igual que tú, no se detienen por más que les digan que
lo hagan.
A:
¡Oh! Parece que la observas mucho ¿no? —Digo
sonriéndole— ¿te has enamorado de ella?
¿Cuánto tiempo pasas A-C-O-S-A-N-D-O-L-A?
H:
¡No la acoso! —Sisea. —No voy a hablar de eso.
A:
Dime, ¿Te molesta hablar de Sal? Te recuerdo que eres tú el que sacó el tema.
H:
¡Y ya te dije que no quiero hablar de eso!
A:
¡Genial! Eres de esos tipos que hablan mal de las mujeres pero odian que le
pregunten de si mismos.
H:
¿Quieres morir?
A: No tienes tanto poder—gruño apretando los dientes.
H: ¿Estas provocándome? ¿Buscas que te mate?
A: Sabes… ¡Eres igual de insufrible como Sal te
describe! —apreté los dientes y doy un paso pero me detiene tomándome del
brazo.
H: ¿Ella habla de mí? —pregunta y siento la venganza
surgiendo de a poco. Ahora era mi turno de no hablar.
A: No hablaré de eso—gruño. —Gracias por tu maldito
tiempo. —a paso seguro me alejo de él con dos cosas en claro:
A- Sal tiene razón
esta tan bueno como un Adonis, pero esta totalmente chiflado.
B- Puedes pasar de desearlo a odiarlo en dos segundos.
Misión: Hero… malditamente concluida.
(Nota: Nunca volvería a hablar con el sin un vidrio
en medio o con Nicolás a mi lado)
Definitivamente
Hero era lindo, sexy, recién cuando pude salir note que me temblaban las
piernas. Tal vez hoy llamaré a Sal para contarle ... necesito un trago, ahora.
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Neliel Cross.